domingo, 20 de abril de 2014

Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad



Pues sí, cuando Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, convertido a gladiador a la fuerza, suelta esta frase al inicio de la película Gladiator, nos sobrecoge y motiva igual que a sus hombres antes de entrar en batalla. Las batallas son importantes en tiempos de guerra, pero hay muchas otras que se hacen en silencio, con humildad y tesón, las batallas de las ideas y esas sí que tienen un eco largo y profundo, con perdón de cualquier general romano, chino o de donde sea.

No es una persona totalmente anónima la que presento hoy en esta entrada del blog, pero lo es para una gran mayoría. Sus hazañas sólo las conocen algunos y su nombre se va borrando de la memoria colectiva, aunque se lee en los letreros de alguna calle, plaza o colegio.
¿De quién hablo?. De Concepción Arenal. Vaya rollo, no?. Pues no, no os engañéis. Uno se puede disfrazar de muchas cosas según qué batalla. De general romano queda genial, impresiona, es chulo, sí. También uno se puede disfrazar de hombre para ir a la universidad como hacía nuestra amiga o también con un traje más negro que un tizón del cuello hasta los tobillos, pero el disfraz que le tocaba llevar a Concepción no podía aprisionar la luz cegadora que llevaba dentro, una auténtica luchadora dispuesta a darlo todo por sí misma, por su condición, pero sobre todo, por otros. Esa es Concepción Arenal.



Vivimos en un tiempo en el que hemos logrado muchas cosas, sí, pero que queda mucho a pesar de situarnos en la zona del bienestar del mundo. Una muestra de ello para mí es la celebración, casi a diario, del “Día Mundial del Orgullo Gay, del Autismo, del Cáncer de Mama, del Obrero, de la Explotación Infantil, de las Enfermedades Raras, del Medio Ambiente…”. La celebración de estos días llama la atención en problemas reconocidos y aceptados pero aún no resueltos. Pues uno de esos días reivindicativos, de algo que por lógica y ley deberíamos haber erradicado del calendario por su no necesidad de existir, el Día de la Mujer Trabajadora (o sea, el día de la  Mujer) me topé con la historia de esta valiente en una película de RTVE, realizada para tal fin, protagonizada por la magnífica actriz Blanca Portillo. La película trata de uno de los episodios de la vida de Concepción Arenal, cuando era visitadora de cárceles.



Pues sí, lo reconozco con vergüenza, para mí Concepción Arenal era una calle. Ésta:



Concepción. No la pudieron poner mejor nombre. Concebir es procrear, generar, crear, producir… eso hizo esta mujer no solo teniendo hijos como era su obligación en la época que la tocó vivir, sino escribiendo, innovando, planteando retos y ayudando a transformar una sociedad ya caduca en otra más equitativa y humana pero no tonta. Escribió sobre el trato a los presos en las cárceles, sobre la beneficencia y los derechos de las mujeres, todo embutida en ese traje negro por el que rezumaba bondad, sabiduría y, sobre todo,  mucho valor, tanto como el de un general romano antes de entrar en batalla contra alguien que no sabe que debe ser conquistado.




Me gustaría haber conocido a esta mujer, haber tomado un largo café con ella, escuchándola. Pero casi mejor renuncio al café a cambio de tenerla de Presidenta, Alcaldesa, Directora de empresa, Directora del colegio de mis hijos o de lo que sea… necesitamos reivindicar su mensaje para que siga rebotando su eco hasta la eternidad.

Existen muchas webs sobre su vida y obra, a continuación os pongo algunas, pero creo que lo mejor es leer sus palabras:

  • “Todas las cosas son imposibles, mientras lo parecen”
  •  “Cuántos siglos necesita la razón para llegar a la justicia que el corazón comprende instantáneamente”
  • “Las malas leyes hallarán siempre, y contribuirán a formar, hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas”
  • “El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”
  • “Odia el delito y compadece al delincuente”
  • “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”
  • “Cuanto más se dividen los obstáculos son más fáciles de vencer”
  • “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”
  • “Las cadenas se rompen con ideas y no a bayonetazos”
  • “Lo más fácil de todo es hacer el mal; tan fácil que se hace solo”
  • “El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras.”
  • “La sociedad paga bien caro el abandono en que deja a sus hijos, como todos los padres que no educan a los suyos”
  • “Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie”
  • “Las virtudes son hermanas que se abrazan estrechamente; cuando una cae, todas vacilan; cuando una se levanta, todas cobran ánimo”
  • “El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro”




Descubridla, por favor. Descubrid sus palabras y llevarlas a vuestro entorno, haced que su eco siga sonando.









jueves, 3 de abril de 2014

Redescubriendo el Museo Arqueológico Nacional


Por fin, después de unos cuantos añitos de obras, se reabre el MAN. Mi primer pensamiento se dirigió a otro lugar reformado, el Alcázar de Toledo. El temor se apoderó de mí ¿Harían lo mismo? ¿Arrebatarían el alma al museo haciéndolo extremadamente aséptico y monótono?
Digo todo esto porque hace un par de años fui a enseñar la maravillosa Toledo a un familiar del extranjero. Después de patear todo el día dejé el Alcázar como colofón final. Testigo de muchas cosas pero sobre todo por unos de los episodios más conocidos de la Guerra Civil. Ambos teníamos interés porque nuestro abuelo había formado parte de esta guerra de manera muy activa (no diré el bando pero puede que no sea el que imagináis)

Bueno, la visita fue un chasco. Habían reformado todo tanto que lo habían dejado el monumento irreconocible. Vamos que ni me enteré de cuándo realmente había entrado en el Alcázar de verdad. Le habían arrebatado el alma, da igual qué tipo de alma y de qué bando, era como era y uno revivía la historia al visitarlo y acercarnos a lo que sucedió, a la gente que pereció allí y en toda la guerra, fueran de donde fueran. Pues todo esto me temía yo, que en un arrebato de no dejar piedra sobre piedra por un afán de modernidad o por un pasado más o menos incómodo, se hubieran cargado el MAN para dejarlo “más bonito” pero sin alma.


No sé quién ha sido el artífice, diseñador, director o personas en general que han hecho esta reforma pero ¡GRACIAS!

Casi me da el Síndrome de Stendhal contemplando sala tras sala, cada una con su reclamo proclamado bien alto, como con vida propia. Con exquisitez, respetando la personalidad de las piezas y del edificio han logrado conseguir una maravilla de museo. Oscuros pasillos nos sumergen, como en un misterioso túnel del tiempo, en el pasado rico y diverso de esta tierra bendecida por todas las culturas imaginables. Gentes atrapadas en su tiempo trascienden ahora a través de sus objetos cotidianos o sagrados y se nos muestran.

No quiero contar mucho, ni entrar en detalles para no adelantar sorpresas, pero no me resisto a soplaros alguna. Por ejemplo, las reproducciones para que invidentes y no invidentes se harten de tocar y sentir el objeto que tras una vitrina resulta imposible, la evocadora iluminación de las piezas, los gráficos y los grandes paneles ilustrativos… es impresionante el trabajo que han hecho. Han conseguido un museo más vivo. Supongo que habrá alguien que diga que no es para tanto, que hay cosas mejorables, yo no entiendo de museística, pero a mí me ha encantado descubrir de nuevo este museo y no me ha decepcionado nada. 


Lo mejor, para mí, las damas ibéricas ¡claro!, lo más genuino y lo más desconocido. Todas bellísimas, imponiendo su majestad, su inagotable magnetismo y poder, su espiritualidad. Aún existe alma en todas ellas, nadie se la ha arrebatado, al revés, la han potenciado aún más.


Me esperan muchas visitas a este museo, con parientes lejanos y cercanos, también en soledad. Al Alcázar no volveré, para mí es ahora un lugar incómodo. Pero os recomiendo que vayáis a los dos sitios y juzguéis por vosotros mismos, no fijándoos en lo bonito o nuevo, sino en la atmósfera que se respira, en lo no perceptible de manera obvia. Sentid al edificio y escuchad la historia que contiene.

¡Feliz visita!

La pega: Museo "no apto" para niños, el acoso y seguimiento es agobiante, incluso para niños que se portan bien, así que llevadlos mayorcitos, en visitas escolares o atados y amordazados. No han pensado mucho en ellos, los depositarios de la cultura y la historia, a la hora de diseñar el museo, poner plataformas, etc. No puede ser perfecto. Lástima.