miércoles, 15 de octubre de 2014

Estudio Ghibli y compañía


















La primera vez que vi una película del estudio Ghibli me quedé alucinada y fue más por lo que me hizo sentir que por la trama en sí. Era El Castillo Ambulante, basada en el libro de la escritora británica Diana Wynne Jones. El estudio Ghibli era algo totalmente desconocido para mí pero a partir de entonces me enganché a todas sus producciones.


Ghibli es el viento seco, caliente y arenoso del desierto, “nuevo viento”… así decidió denominarse este estudio japonés de películas de animación al mando de su creador, maestro, genio, gurú, o todo a la vez, Hayao Miyazaki, un apasionado de la aviación, la naturaleza y el feminismo. Id tomando nota.

Yo que me he criado con Heidi, Marco y Mazinguer Z, después de contemplar posteriores frikadas japonesas como Pokémon, Shin-chan, que no son santo de mi devoción, salvo Doraimon que tiene su gracia, pues la verdad es que no esperaba nada del manga. Lo mismo me pasa con la animación occidental, Disney, Píxar o DreamWorks que exploran la animación con gran carga de imágenes con las que bombardean al espectador, basándose en argumentos pobres y personajes planos, salvo excepciones, claro (Toy Story, Bichos, Hermano Oso...) Así que el día que me topé con el maestro Hayao Miyazaki volví a la fe verdadera con gran entusiasmo.

Elegancia, sensibilidad, mensajes que llegan al alma sin prisas ni estridencias a través de un gusto exquisito por el detalle, una música envolvente Jo Hisaishi (pincha para ver concierto) que deja su sitio a los silencios para que nos extasiemos con las imágenes y con todo lo que dice la mirada de los personajes… Ponyo en el acantilado, Mi vecino Totoro, La Princesa Mononoke, El Viaje de Chihiro¿Qué no habéis visto ninguna? ¡Pobrecitos, lo que os estáis perdiendo!





Nada de chistes malos y guiños absurdos al espectador adulto que, claro lleva a los niños al cine. Ghibli llega al adulto a través de reflexiones profundas que se cuelan por debajo del argumento visible. Algunas no son para niños pequeños, por ejemplo la última realizada por este genio con la que culmina su carrera, El viento se levanta, una obra maestra. Narra la historia de un ingeniero aeronáutico que ideó importantes innovaciones en el caza japonés de la II Guerra Mundial. Si os gusta el mundo de la aviación os moriréis de gusto en el sillón al verla.




Una advertencia importante, porque todo lo que he contado es muy bonito y luego me podéis acusar de "rarita" si veis alguna y no os gusta (no me importa si lo hacéis, estoy orgullosa de serlo). A saber: Hay que cambiar el chip de visión occidental superficial y materialista que tenemos a un lado del sillón o fuera del cine. Cuanto más lejos mejor. No dejéis que los prejuicios os arruinen pasar un rato genial. He avisado. Y es que una vez leí que existe una gran diferencia entre el pensamiento oriental y el occidental a la hora de acercarse a la realidad del mundo.


Por ejemplo, imaginemos que tenemos una flor. Una persona oriental, para aprender y saber lo que es una flor, ésa flor, la observará detenidamente, durante muchos días, en diferentes circunstancias. Verá sus cambios y extraerá sus conclusiones sin ni siquiera tocarla. Un occidental normalmente arranca la flor de cuajo, con raíces y todo si brota del suelo. Puede que la separe en partes para observarlas al microscopio y tomar buena nota de todo para averiguar sus funciones, entre otras cosas. ¿Me seguís?

Las dos formas de acercarnos al conocimiento no son excluyentes sino que pueden complementarse. Digamos que los occidentales no tenemos la paciencia para observar con serenidad… pues eso es lo que experimentaréis con las películas tipo Ghibli, un acercamiento a sentimientos y personajes entre la realidad y la fantasía en una historia poco corriente y con alguna lectura extra.

Pero el nuevo viento del Estudio Ghibli revolvió las ideas de más creadores. Entre ellos el hijo del gran maestre, Goro Miyazaki. Ser hijo de un genio no es nada fácil, tanta caña recibió del padre que dejaron de hablarse pero parece que se reconciliaron con su película Cuentos de Terramar, basada en las novelas de Ursula K. Le Guin, otra occidental. Como veis no tienen complejos en relacionarse con occidentales de todo tipo y condición. Una auténtica maravilla de película y encima con la música de nuestro gaitero Carlos Núñez… no digo más.
  




Más genios. Yoshifumi Kondo, que se dejó casi la vida con el elevado grado de autoexigencia al realizar la tierna y también maravillosa Susurros del Corazón… los japoneses también se matan a trabajar, puede que otra diferencia con nuestra forma de vivir, sin ánimo de ofender (se murió un par de años después).




Y dejadme que os recomiende la última que he visto y que ha sido la apoteosis que me ha decidido a escribir de una vez esta entrada. La preciosa Wolf Children - Los niños lobo, de Mamoru Hosoda,… bueno, esta me ha emocionado. Os va a encantar tanto si sois padres como si no, y si además amáis la naturaleza y los lobos, disfrutaréis un montón. Os pongo el enlace de YouTube donde podéis verla íntegra en castellano y con una definición muy buena.



Podría enumerar más pero es mejor que las descubráis por vosotros mismos y decidáis. Alguna a mí no me gusta tanto o la veo algo oscura o rara… recordad que la mirada oriental no es ponerse los dedos en los ojos y alargarlos, por favor.

Echo mucho de menos esta manera de narrar historias en las películas que llenan nuestras carteleras, sobre todo por Navidad o verano, con los deberes del merchandising ya hechos en la juguetería más cercana. Las películas Ghibli me recuerdan al Walt Disney más puro, amante del color, el detalle y la música. Creo que eso está algo hoy en día un poco olvidado o tachado de cursi por mentes cada vez más aceleradas que consultan el wassap mientras creen seguir la trama. La Bella y la Bestia o Fantasía 2000 me hechizaron por completo y creo que el propio Walt habría disfrutado mucho al verlas, así que no está todo perdido. ¿Por qué no harán más películas así, que graben en nuestra mente y en nuestro corazón emociones, personajes, paisajes y músicas? O si se hacen ¿cuántas llegan si quiera a ser editadas en DVD o tener un comentario que no sea en una revista especializada?




En definitiva, nuestras emociones infantiles, nuestra capacidad para fascinarnos y recordar cómo era pensar como el niño o la niña que fuímos saldrán a la superficie de nuestro consciente. Os invito a experimentarlo, porque hoy en día es un lujo y una obligación para seguir sintiéndose vivo en estos tiempos que corren. No tengáis miedo de hacer este descubrimiento de la mano del Estudio Ghibli y compañía. 

¡Que disfrutéis!