domingo, 14 de diciembre de 2014

El lugar en el que habitan


 Los niños muy pequeños suelen hacer preguntas que, guiadas su inocencia, ignorancia o lógica aplastante, elegid el motivo que queráis, nos sumergen en cuestiones filosóficas y psicológicas profundas. Varias veces me han preguntado con ojos anhelantes si lo que salía en la T.V., como Doraimon y sus amigos, las naves de StarWars o los dinosaurios de Spielberg, existían en algún lugar.

¿Qué hago? Me decía yo mientras esperaban respuesta inmediata, porque como soy adulta lo se todo del mundo... ¿Les dejo vivir en una maravillosa fantasía como pocas veces experimentarán de adultos o les digo la verdad aunque duela?


Decir que los dibujos animados los inventó y realizó alguien, que los dinosaurios están hechos por ordenador, que R2D2 es de mentira y un enano va dentro,  que Superman es un actor cuya vida se guíaba por rutinas y problemas como las de cualquier otro mortal... pues  no suena muy emocionante. Ellos quieren que existan realmente, ellos y mayores también  ¡me apunto! Yo también quiero que Rebeca, Ayla, Luke Skywalker o Scarlett O'Hara sean reales y habiten por ahí, en una mansión victoriana en blanco y negro, perdidas en la prehistoria, en una galaxia muy muy lejana o en la América de Norte y Sur.



 Y da igual el lugar donde transcurre la acción, en mundos del pasado, presente o futuro, reales o imaginados. Seguro que muchos desearían que la Tierra Media existiera realmente, Terramar o cualquier otro lugar... ¿Cuál es el vuestro? ¿Camelot, el Mundo Perdido o el planeta Betazed de StarTrek? ¿Quizás desearíais ir de la mano del Capitán  Ala Triste, Indiana Jones, Katniss en los Juegos del Hambre o con los vampiros de Crepúsculo? Da igual...





Si ya existen en las mentes de sus creadores ¿son reales? Pensadlo de verdad. Para ellos seguramente sí.  ¿Y cuando sus aventuras y vidas, aunque sean de ficción, se nos cruzan y nos hacen revivir como nuestras sus apuros y alegrías? ¿Acaso no son reales nuestras emociones? Según los escáneres cerebrales experimentamos e interpretamos de igual manera lo que imaginamos que lo que vivimos realmente, así que existen, al menos en nuestra cabeza.
Pero, dejadme que vaya más allá. Ahora sí que os pido dar una vuelta de tuerca. Si es así, ¿cuando dejen de ser imaginados por alguien dejarán de existir igual que nosotros dejamos de hacerlo cuando nos convertimos en polvo y nadie sepa que existimos alguna vez?
En la película "Ira de Titanes" los dioses mueren porque ya nadie los necesita, ni les rezan, ni piensan en ellos y desaparecen. Como los antiguos dioses, los personajes de ficción desaparecerán en cuanto dejen de ser adorados, al igual que muchos otros seres y mundos de ficción. 


Quizás esperen ocultos en algún relieve de piedra enterrada, en algún cuadro en un polvoriento desván, en una antigua cinta de video o un manuscrito  olvidado esperando a ser convocados y revividos por alguien que vuelva a sentir su historia como propia y les acompañen en sus aventuras.


 


Como explica el guionista y cineasta Gonzalo Suárez, director de  la maravillosa "Remando al Viento":

"He oído decir que Frankestein se ha hecho popular por las películas, pero yo creo que, independientemente de las películas, tiene la virtud que tienen los buenos personajes como Don Quijote y Sancho Panza, que ya no necesitan del libro, que han salido de sus páginas y vagan por espacios siderales,  pero entre nosotros"



Quizás cobren vida con la obsesión de su autor al imaginarlos y que cobren más vida aún cuando nos tocan desde esos espacios siderales de la imaginación. Algunos nunca dejan de morir, se actualizan con otros rostros: Ulises, Tarzán, Arturo... Desconozco cuántas versiones cinematográficas van ya de Frankestein, incluída la cómica, cuántas ediciones en novela o en cómic o dibujos animados...  no sé cuántas de La Odisea o de nuestro Don Quijote. Echad la cuenta, a cada generación lo suyo, pero ahí siguen existiendo.

Pues, a lo que voy, cuando los niños me preguntan estas cosas ¿qué hago?

Pues decidí decirles siempre la verdad, explicada a su nivel, claro. Y sí, aunque duela y con la justita anestesia. Descubrir la verdad si se quiere se entiende y los niños no escurren el bulto como los mayores. Tras una pequeña cara de decepción, pues vale, no pasa nada, siguen disfrutando de todo, sabiendo lo que es y sumergiéndose en la historia cuando les apetece viviendo momentos inolvidables, con una intensidad feliz. Como los adultos, volverán muchas veces a recrearse en esos mundos y querrán tener un muñeco, póster o disfraz, algo tangible y "real" de esos personajes. 


Podrán imaginarse o desear que existen en algún lugar esos mundos creados por la imaginación de otros o por la suya propia, pero no se dejarán secuestrar por ella salvo en contadas circunstancias porque  la imaginación es muy útil, enriquece el pensamiento, fomenta la creatividad para resolver problemas y para soportar situaciones de crisis emocionales graves y si no que se lo digan a Ana de las Tejas Verdes o la niña de El laberinto del Fauno... personajes que proyectan a muchos seres reales.


"Hay otros mundos, pero están en este" dijo Paul Éluard 

¡Pues claro que sí!


¡Felices Fiestas y hasta el año que viene!