martes, 17 de marzo de 2015

La increíble vida de la Hormiga León



 Los insectos, sí otra vez, no me gustan pero al final vuelvo a sacarlos a relucir, y es que no hay mundo más diverso y creativo que el de ellos, del que siempre se aprende algo nuevo.


El día que mi hijo pequeño salió del cole con un misterioso mensaje en la mano, "HORMIGA LEÓN",  pregunté inocentemente: ¿Hay que investigar sobre hormigas y leones?,  No - contestó- es un bicho que vive en la arena. Por suerte Google me lo confirmó.  Primera sorpresa. Y es que, al igual que el pueblo de Puertollano, ni es "puerto" ni es "llano", pues la hormiga león ni es una hormiga ni es un león. Segunda sorpresa.

Encontramos muchos videos en Youtube de naturalistas que se sumergen apostados con la cámara en el hipnótico ritual de observación de un ser, eso que nadie ve o considera irrelevante de cualquier parque. Al que le haya pasado esto lo comprenderá. Y es que no hay animal grande o pequeño que se resista a la mirada cotilla e indiscreta de un niño o adulto cuando descubre que hay otros mundos llenos de aventuras y desafíos, batallas a muerte y negociaciones que ni el Gran Hermano o un culebrón son capaces de superar. La naturaleza es así.

Yo no entendía cómo algunos estudiosos podían tirarse diez, veinte o treinta años en medio de la selva o la sabana observando a una sola familia de elefantes, chimpancés o suricatas, por ejemplo, hasta que en un viaje por Tanzania me quedé fascinada ante las escenas que delante de nuestras narices tenían lugar y quería quedarme a ver "el siguiente episodio" aunque tuviera que pasar la noche al raso entre fieras. Pero no hay que irse tan lejos para deleitarse con la asombrosa vida de los animales que, de primeras, nos enseña que todos tenemos problemas para buscarnos la vida.



Konrad Lorenz (ése que descubrió que los patitos le seguían a todas partes porque él fue el primer ser que vieron al nacer) cuenta en su maravilloso libro "Hablaba con las bestias los peces y los pájaros" que se quedaba horas contemplando absorto las vicisitudes de unos simples peces naranjas de acuario cuando jamás creyó que tuvieran una vida interesante. Con Lorenz aprendí lo crueles que podían ser las palomas con sus propios congéneres, cuando para nosotros son el símbolo de la Paz y del Espíritu Santo, y que los lobos se rigen por un código ético más elevado que el de los nobles caballeros medievales y, sin embargo,  tienen fama de todo lo contrario.



Bueno, pues la hormiga león cuando es una larva es un bicho feo, con forma de garrapata o piojo gigante, para entendernos, vamos que no es agraciado. Luego, cuando realiza la metamorfosis (un proceso alucinante) se convierte en una especie de libélula en pequeño. Pero, lo realmente increíble es cómo caza cuando es larva. Hace un hoyo en la arena a modo de trampa y se esconde debajo. Así, la desafortunada hormiga que caiga en su pendiente resbaladiza se verá atrapada al fondo por unas tenazas implacables que la succionarán a los abismos. Terrorífico y angustioso, de verdad, pobre hormiga, mosca o lo que sea que caiga en su trampa. Viendo estos videos, algunos encima con una música ambiental de suspense, uno se sumerge en un laberinto de emociones dispares en las que a veces se aplaude la huída de la víctima y otras se celebra la victoria esforzada de la paciente y fiera hormiga león, vamos, que ni una peli de acción. 

Pero, a lo que voy... ¿Cómo sabe este insecto que tiene que hacer una trampa de esa manera y esconderse bajo ella para poder cazar? ¿Cómo sabe la araña fabricar su red para que funcione? ¿Cómo sabe la abeja qué danza realizar a sus congéneres para indicar una dirección a seguir? Nos han explicado que su papel y pautas en la vida ya están determinados en gran manera, los animales no son libres, mientras que nosotros presumimos de ser los amos de nuestro destino y tenemos el don del libre albedrío... ¿seguro? Estamos casi tan limitados por nuestra biología e historia cultural como ellos, en cierta manera vivimos en una ilusión de libertad, como ellos.


Para ser un naturalista apasionado no hay que estudiar sesudamente durante años. Lo importante es tener buenas dosis de paciencia para observar, esperar, registrar conductas, tener un gran respeto por la naturaleza y muchas ganas de contar nuestros descubrimientos. Así lo han hecho los grandes desde que eran niños: Félix Rodríguez de la Fuente, David Attemborough, Jacques Costeau, Konrand Lorenz, Gerald Durrell, Jane Goodall y, ¡cómo no!, Frank Cuesta, reflejo todos ellos de su tiempo. 


Sí, todos han contribuido a sacarnos de la ignorancia por su gran pasión y entrega no fingida, que les salía del alma, tanta como para poner muchas veces su vida en peligro. El impacto que provocaron, y provocan, con sus series documentales, publicaciones, conferencias y su sola presencia, es enorme. Solo hay que ver sus caras... ¡Necesitamos a más como ellos!



Hoy los niños no juegan en la naturaleza como antaño, otras ocupaciones les entretienen. Pero, cuando van al campo y superan el mono de la consola o cualquier otro juguete y se tienen que conformar con palos y piedras, un río, cortezas de árboles y bichos... comienza el hechizo, se sumergen en una aventura fascinante de la que a duras penas se les puede arrancar ni para que se coman el bocadillo. Entienden antes que nosotros lo que ya dijo el poeta: "...ver el mundo en un grano de arena y el Cielo en una flor silvestre"



También descubrí hace poco haciendo limpieza unas viejas revistas "Natura", años '80, ejemplo de una época de denuncia de malas prácticas, de divulgación elegante y apasionada, cuando todo esto de la Ecología estaba por hacer y acabábamos de quedar huérfanos de Félix. ¿Será que el mensaje ya ha calado lo suficiente y no se necesitan estas revistas y programas o es que lo hemos olvidado?


Salir con un cuaderno de campo, una red de pesca o unos prismáticos a la naturaleza con el único objetivo de descubrir algo interesante y desconocido es una gozada.

Llega la primavera... ¡DISFRUTADLA!


Para ver el mundo en un grano de arena,

Y el Cielo en una flor silvestre,

Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora.

Aquel que se liga a una alegría

Hace esfumar el fluir de la vida;

Aquél quien besa la joya cuando esta cruza su camino
Vive en el amanecer de la eternidad.


William Blake


Os recomiendo:

 
Fundación Félix Rodríguez de la Fuente:  

http://www.felixrodriguezdelafuente.com/



Konrad Lorenz y su libro de lectura fácil y maravillosa 

"Hablaba con las bestias los peces y los pájaros"



Otra delicia literaria, de Geral Durrell 
 "Mi familia y otros animales"