domingo, 17 de abril de 2016

¿Quién es el Maligno?


 

Como últimamente estoy muy Happy Flower he decidido hablar de algo que existe y nos rodea, algo no tan guay, sino más bien siniestro, porque en la vida no todo es belleza esperando a ser descubierta. En ella también existe la maldad, la injusticia, la indiferencia... sí, todo eso de lo que no nos gusta hablar porque no está de moda o porque si lo haces eres un amargado que no piensa en positivo, etc. Pues todo eso que no nos gusta existe por más capas de algodón de azúcar que le pongamos encima y es mejor asumirlo ¡Qué le vamos a hacer! Así que os invito a que descubramos algo sobre el Maligno... si os atrevéis a saberlo, claro.



¿Quién es el Maligno? ¿Cómo se manifiesta? ¿Dónde se esconde? En el frágil y borroso límite entre el Bien y el Mal, que los humanos hemos construido para explicar nuestra propia dualidad, aparecen entes o seres que nos dominan los sentidos y la mente, que esperan con avidez en los oscuros pliegues de nuestra alma para alimentarse de su tormento y tras nuestra muerte conducirla a sus dominios. Pero esto es una parte de la historia. Muchos diréis que en realidad se trata de un mito para tenernos controlados en tiempos pasados y que aún pervive, otros dirán que es un símbolo de nuestra propia naturaleza o de un cuento para asustar a los más ingenuos y algunos creerán que es algo absolutamente real...

La verdad es que si hurgamos un poco en la historia de los mitos rápidamente esa visión del Mal se queda en eso... una historia de miedo y punto, pero una historia que aún muchos quieren creer.  El escritor Daniel Defoe, ese que nos tuvo en vilo con las aventuras y desventuras del pobre Robinson Crusoe, escribió en 1726 un libro atrevido para la época e iluminador, "La Historia del Diablo". Lo encontré en la biblioteca de mi barrio en una edición reciente y me quedé alucinada por su frescura. Pero aún después de este libro las ideas sobre el tema han cambiado aunque no para todos.  Hoy en día para muchos creyentes cualquier hecho extraño lo consideran una prueba más de su existencia, por ejemplo las posesiones, que se acompañan de gran cantidad de comportamientos llamativos e incomprensibles. Y para los otros creyentes que además son  adoradores del Demonio, realizar ritos de lo más repulsivo y desgarrador es dar gusto a tal ente con fines que sólo ellos conocen, los seres humanos somos así.

Pero, hay otro tipo de adoradores de Lucifer que no son seres sanguinarios ni violentos, entre otras cosas porque afirman que la historia que nos han contado no es exacta. Los más famosos son los adeptos a la Teosofía (con la inquietante Madame Blavatsky a la cabeza) que consideran a Lucifer como el portador de la Luz, castigado injustamente y arrojado del cielo por un Dios demasiado severo. 



Me recuerda, en cierto modo, al mito griego de Prometeo, benefactor de la humanidad ante el todopoderoso Zeus. Prometeo nos regaló el fuego y siempre buscó el bien para sus muñecos de barro, pero sus desencuentros con Zeus trajo muchos problemas para él y para todos nosotros (cuando Pandora abrió la dichosa caja con todos los males del mundo y todo eso). Según esto que exista el mal repartido por el mundo en realidad es por culpa de Zeus y Prometeo sufrió castigo atroz por defendernos. Como veis las creencias son un poco relativas si nos molestamos en hurgar un poco en su historia. Decidle a un griego antiguo que eso era mentira y que lo del Diablo es verdad... se ofendería muchísimo y dirá que los judíos y cristianos copiaron su mito.




Nos han enseñado a creer que el Diablo existe agazapado, que nos tienta, que intenta que nadie sepa de él ni de sus planes para así poder actuar desde la sombra y susurrarnos al oído, meterse en nuestra mente y provocando el que hagamos actos horribles. Los psiquiatras desde hace ya mucho tiempo dicen que muchos de los casos más extremos se tratan en realidad de enfermedades mentales de diverso origen que trastornan nuestro juicio y nuestros actos, pero siempre hay alguno de esos casos que por su complejidad reafirma la fe de los temerosos o los adoradores del Maligno.

Lo cierto es que al final echamos la culpa de nuestros más bajos instintos a un demonio que nos provoca o a la enfermedad... pero también se la echamos a que tuvimos una terrible infancia o a que la vida es dura, etc y que hay que ser espabilado (eso me dijo uno que me hizo una buena jugarreta y se quedó tan ancho).  Quitamos la culpa y la responsabilidad de nuestras acciones como quien se quita el polvo sobre los hombros o se lava las manos como Poncio Pilatos. Siempre hay un buen motivo que justifique lo injustificable. Eso es mucho más cómodo y fácil que hacerse responsable de lo hecho y asumir las consecuencias.

Yo no quiero pecar de ingenua y menos aún de engreída, así que ante la pregunta de si existe o no un ente maligno que entra en acción de vez en cuando en forma de asesinos en serie, locura, guerras, posesiones, hambre y enfermedades, diré que para mí tan solo es un símbolo de nuestra propia debilidad y maldad como seres humanos, pero lo diré a media voz... ¡que no quiero que se ría de mí el Diablo!

Conocemos el terrorismo, conocemos a los psicópatas de traje y corbata o con tacones y Channel que se pasean por bancos y empresas, y conocemos a ésos que torturan día a día con comentarios hirientes o sabotajes continuos a sus compañeros de trabajo, pero el horror de verdad, con mayúsculas... no lo conocemos, lo siento. Salvo algunas personas a las que les ha tocado la desgracia de lleno, los demás vivimos inmersos en la cultura del bienestar. Sólo hemos oído hablar de lejos de las guerras o de la peste, del hambre de verdad o de la esclavitud, pero no hemos vivido nada en primera persona, solo en las películas o a través de las historias de los más viejos.

Antiguamente pensaban que el Maligno desplegaba sus alas sobre nosotros provocando todos esos horrores incomprensibles o Dios nos castigaba por sucumbir al primero, como si fuésemos peones de su juego de tronos, pero sinceramente, estaréis conmigo en que nosotros solitos nos valemos y bastamos para liarla tanto en la cola del supermercado como atarnos un cinturón explosivo en un aeropuerto.

Para mí, está en nuestra propia naturaleza tanto la malignidad como la luz, y es nuestra responsabilidad dominar a una y ensalzar a la otra, y si no que se lo digan a Darth Vader o a Luke Skywalker. El mito se renueva con los tiempos, pero nosotros seguimos con la misma lucha a nivel individual y social. Quizás deberíamos entenderlo así, como dos cosas que cohabitan en nosotros, como los famosos lobo blanco y lobo negro o como el Ying y Yang, cada uno es parte del todo.




Me encantaría que dentro de este orden del universo en el que vivimos fuera factible solo la luz, pero los grandes sabios nos repiten que no habría luz sin oscuridad, así que tendré que aguantarme. Ojalá descubrieran una terapia genética que eliminara al menos la psicopatía tan destructiva y nos dejara solo con esas luchas cotidianas que se pueden resolver con la negociación, el diálogo y la buena fe. Hasta que llegue ese día supongo que el Maligno seguirá campando a sus anchas.

Si os paráis a contemplar la bellísima escultura dedicada al Ángel Caído, ubicada en el Parque del Buen Retiro de Madrid, podréis ver al Diablo, aún con alas de ángel, con rostro entre enfurecido y rebelde, con un cuerpo joven y armonioso rodeado por una serpiente. Para mí refleja a la perfección la ambigüedad, lo difuso del Bien y del Mal, el castigo merecido o desproporcionado ¡quién sabe!


La próxima vez que veáis el ambiente cargado de maldad preguntaos quién es el Maligno, quién es el instrumento de quién, si nosotros mismos o un ente perverso que nos maneja. No os asustéis de lo que somos capaces de hacer aún creyéndonos una "mosquita muerta" (las buenas intenciones también traen muchas desgracias)


¡Hasta la próxima y elegid ser buenos!




HISTORIA DEL DIABLO.  Daniel Defoe

"Publicó en 1726 esta Historia del Diablo en la que sigue sus huellas y testimonios desde los orígenes de la humanidad hasta la época moderna, haciendo gala de sus vastos conocimientos políticos, históricos y literarios, de su erudición bíblica y, sobre todo, de la sutil ironía que caracterizó su obra"


EL HORLA. Guy de Maupassant

Desasosegante relato en el que nos hace dudar si el protagonista padece una extraña enfermedad mental o si está siendo acosado por un verdadero demonio venido de lugares exóticos dejando muerte y locura a su paso. 













Ricardo Bellver es el autor en 1877 de una de las poquísimas esculturas del Diablo en el mundo. Maravillosa. Os diré que está colocada a 666 metros sobre el nivel del mar en Alicante, algo que no se sabía en la época. En Madrid siempre rondamos el número de la bestia arriba o abajo, así que no es de extrañar que coincida. Casualidad dirán algunos pero otros... ya estarán pensando otras cosas. Si preguntáramos los motivos por los que hay tanta gente haciéndose fotos en ella... miedo me da.

Por su orgullo cae arrojado del cielo con toda su hueste de ángeles rebeldes para no volver a él jamás. Agita en derredor sus miradas, y blasfemo las fija en el empíreo, reflejándose en ellas el dolor más hondo, la consternación más grande, la soberbia más funesta y el odio más obstinado



Milton: El paraíso perdido, canto I