Los niños muy pequeños suelen hacer preguntas que, guiadas su inocencia, ignorancia o lógica aplastante, elegid el motivo que queráis, nos sumergen en cuestiones filosóficas y psicológicas profundas. Varias veces me han preguntado con ojos anhelantes si lo que salía en la T.V., como Doraimon y sus amigos, las naves de StarWars o los dinosaurios de Spielberg, existían en algún lugar.
¿Qué hago? Me decía yo mientras esperaban respuesta
inmediata, porque como soy adulta lo se todo del mundo... ¿Les dejo vivir en
una maravillosa fantasía como pocas veces experimentarán de adultos o les digo
la verdad aunque duela?
Decir que
los dibujos animados los inventó y realizó alguien, que los dinosaurios están
hechos por ordenador, que R2D2 es de mentira y un enano va dentro, que Superman es un actor cuya vida se guíaba
por rutinas y problemas como las de cualquier otro mortal... pues no suena muy emocionante. Ellos quieren que
existan realmente, ellos y mayores también ¡me apunto! Yo también quiero que Rebeca,
Ayla, Luke Skywalker o Scarlett O'Hara sean reales y habiten por ahí, en
una mansión victoriana en blanco y negro, perdidas en la prehistoria, en una
galaxia muy muy lejana o en la América de Norte y Sur.
Y da igual el lugar donde transcurre la acción,
en mundos del pasado, presente o futuro, reales o imaginados. Seguro que muchos
desearían que la Tierra Media existiera realmente, Terramar o cualquier otro
lugar... ¿Cuál es el vuestro? ¿Camelot, el Mundo Perdido o el planeta Betazed
de StarTrek? ¿Quizás desearíais ir de la mano del Capitán Ala Triste, Indiana Jones, Katniss en los Juegos
del Hambre o con los vampiros de Crepúsculo? Da igual...
Si ya
existen en las mentes de sus creadores ¿son reales? Pensadlo de verdad. Para
ellos seguramente sí. ¿Y cuando sus
aventuras y vidas, aunque sean de ficción, se nos cruzan y nos hacen revivir
como nuestras sus apuros y alegrías? ¿Acaso no son reales nuestras emociones?
Según los escáneres cerebrales experimentamos e interpretamos de igual manera
lo que imaginamos que lo que vivimos realmente, así que existen, al menos en
nuestra cabeza.
Pero,
dejadme que vaya más allá. Ahora sí que os pido dar una vuelta de tuerca. Si es
así, ¿cuando dejen de ser imaginados por alguien dejarán de existir igual que
nosotros dejamos de hacerlo cuando nos convertimos en polvo y nadie sepa que
existimos alguna vez?
En la película
"Ira de Titanes" los dioses mueren porque ya nadie los necesita, ni
les rezan, ni piensan en ellos y desaparecen. Como los antiguos dioses, los
personajes de ficción desaparecerán en cuanto dejen de ser adorados, al igual
que muchos otros seres y mundos de ficción.
Como
explica el guionista y cineasta Gonzalo Suárez, director de la maravillosa "Remando al Viento":
"He oído decir que Frankestein se ha hecho popular por
las películas, pero yo creo que, independientemente de las películas, tiene la
virtud que tienen los buenos personajes como Don Quijote y Sancho Panza, que ya
no necesitan del libro, que han salido de sus páginas y vagan por espacios
siderales, pero entre nosotros"
Quizás
cobren vida con la obsesión de su autor al imaginarlos y que cobren más vida
aún cuando nos tocan desde esos espacios siderales de la imaginación. Algunos
nunca dejan de morir, se actualizan con otros rostros: Ulises, Tarzán,
Arturo... Desconozco cuántas versiones cinematográficas van ya de Frankestein,
incluída la cómica, cuántas ediciones en novela o en cómic o dibujos
animados... no sé cuántas de La Odisea o
de nuestro Don Quijote. Echad la cuenta, a cada generación lo suyo, pero ahí
siguen existiendo.
Pues, a lo
que voy, cuando los niños me preguntan estas cosas ¿qué hago?
Pues decidí
decirles siempre la verdad, explicada a su nivel, claro. Y sí, aunque duela y
con la justita anestesia. Descubrir la verdad si se quiere se entiende y los
niños no escurren el bulto como los mayores. Tras una pequeña cara de decepción,
pues vale, no pasa nada, siguen disfrutando de todo, sabiendo lo que es y
sumergiéndose en la historia cuando les apetece viviendo momentos inolvidables,
con una intensidad feliz. Como los adultos, volverán muchas veces a recrearse
en esos mundos y querrán tener un muñeco, póster o disfraz, algo tangible y "real" de esos personajes.
Podrán imaginarse o desear que existen en algún lugar
esos mundos creados por la imaginación de otros o por la suya propia, pero no
se dejarán secuestrar por ella salvo en contadas circunstancias porque la imaginación es muy útil, enriquece el
pensamiento, fomenta la creatividad para resolver problemas y para soportar
situaciones de crisis emocionales graves y si no que se lo digan a Ana de las Tejas
Verdes o la niña de El laberinto del Fauno... personajes que proyectan a muchos
seres reales.
"Hay
otros mundos, pero están en este" dijo Paul Éluard
¡Pues claro que
sí!
¡Felices
Fiestas y hasta el año que viene!