Desde hace algún
tiempo asisto alucinada a la gran cantidad de juegos de ordenador, consola y
tablets, por no hablar del gran negocio que suponen. Su realismo, temática y
opciones, sus grandes encuentros, que dejan por los suelos a
cualquier congreso médico que se precie, y sus campeones. Pero lo de que de
verdad me alucina es la cantidad de canales que hay en YouTube donde gente
corriente, de toda lengua, cultura y condición, sube sus partidas previamente grabadas
con sus propios comentarios.
Juegos en línea donde
varios participantes, cada uno vete a tú a saber en qué lugar del mundo está,
comentan las jugadas como si estuvieran todos alrededor de una mesa jugando a
Catán pero a lo bestia. Los llamados YouTubistas tienen miles de suscriptores que observan, hacen sugerencias o críticas de
jugadas y jalean a sus ídolos. Yo, al principio, me dije que la gente
está fatal de la cabeza, de verdad, pero esto está muy extendido y divierte
tanto a los que lo realizan como a los que siguen el juego como espectadores.
Entonces, algo tiene que tener ¿no?
Bueno pues buscando otras cosas en Youtube me tropecé
con este tipo de videos. Ni que decir tiene que mis hijos se hicieron
fans desde el minuto uno, dando igual si los comentarios estaban en inglés,
alemán o mandarín, la abducción era total, sobre todo con el Minecraft.
Si no sabéis de qué va
el Minecraft, yo tampoco lo sabía,
dejad que os cuente brevemente para que parezca que estáis a la última si os
sale la conversación. Es un juego feo, pero feo, feo, como si estuviera super-pixelado
y fuera de esos antiguos juegos ochenteros con gráficos simplones... pues es tan feo
que es bonito, la mar de divertido y hasta educativo. Se trata de un juego de
construcción de bloques sin reglas establecidas. Hay que crear mundos, buscando
recursos, construyendo refugios, palacios o lo que vosotros queráis, animales, máquinas... y al final te olvidas de la estética porque hasta te gusta, el
realismo se deja a un lado para que sea la imaginación la dueña y señora a la
hora de crear huertos, picar montañas y matar zombis. Sus creadores, dos
suecos apodados Notch y Jeb, también se sorprendieron cuando arrancó en el 2009
la andadura de Minecraft y tuvo
tanto éxito. Ni que decir tiene que ahora están forrados.
Ya sabéis: gráficos
sencillos, mecánica de juego simple que se puede ir complicando cada vez más y
la oportunidad de crear vuestro propio mundo usando solo la imaginación, el límite
lo ponéis vosotros. Si queréis aprender este juego es mejor que vayáis a estos canales
de Youtube, en casa nos encanta Planeta
Vegetta, su creador es muy simpático y no dice tacos (para los niños es
importante).
Pero, al descubrir
este juego por ordenador inventado por dos nórdicos, me vino a la cabeza otro
juego también sueco que hacía bien poco había visto en el maravilloso mercado
medieval de Alcalá de Henares (Madrid). ¿Y qué se puede encontrar en un mercado
medieval? Pues, en lugar de juegos de ordenador, un juego de mesa vikingo, entre
muchos otros de la familia de juegos tafl, el Tablut. Este seguro que no lo conocéis, ni creo que muchos suecos
hayan jugado alguna vez en su vida al mismo. Si en la Edad Media el ajedrez era
la madre de todos los juegos, el Tablut es un hermanito menor muy entretenido
que ayudaba a pasar el rato a las tropas vikingas entre saqueo y saqueo. El
tablero de juego podía ser bonito y de madera o, como el que tengo yo, de piel,
una piel que sirve a la vez de bolsa para guardar las piezas, muy práctico para
llevar encima.
Dos jugadores que controlan dos bandos de guerreros en
desigualdad de condiciones, en número, propiedades de las fichas y objetivos a
alcanzar. En este caso moscovitas contra suecos, los moscovitas tienen que
atrapar al rey sueco que intenta escapar. Pues así se divertían antes y ahora
también se puede uno divertir, la verdad. Algunos lo están recuperando del olvido,
como Daniel, el artesano que me lo vendió y que se ha especializado en la
fabricación de estos juegos históricos y tradicionales. Tras todos los ajedreces
y juegos antiguos que exhibe hay mucho trabajo de documentación, buscando en
legajos, pidiendo ayuda a la embajada noruega y contactando con algún especialista
que queda por ahí. Todo esto lo sé porque me lo ha contado él mismo con toda la
disposición, paciencia, entusiasmo y desparpajo del mundo. En medio del ajetreo
de curiosos viandantes parados ante su vistoso puesto de este gigantesco
mercado medieval Daniel te explica las reglas de cada juego, su significado y
todo lo que quieras saber. De tesis doctoral, vamos. Tranquilos que os pasaré
un enlace por si queréis indagar y de paso hagáis un regalo vistoso si os veis
en la necesidad.
Los juegos cambian de
formato con los tiempos y la tecnología, pero todos se basan al final en lo
mismo. No solo entretienen, sino que hacen compartir momentos divertidos con
los amigos o con uno mismo, hacen que nos detengamos y ralenticemos ese círculo
vicioso mental en el que estamos atrapados, refrescan nuestra memoria, relajan
nuestros músculos e ideas antes de reincorporarnos a nuestra vida cotidiana y
seguir siendo lo que somos.
Y qué bien se lo pasaba uno (o se lo pasa)
jugando, al parchís, al Supermario, al Laberinto, a Dragones y Mazmorras, al Monopoli
o las cartas toda la tarde, sobre todo esas de frío, oscuridad y lluvia. La luz
y el calor llenan la estancia porque los pone la imaginación y nuestras risas. Y es que lo lúdico nos hace felices y no es exclusivo de la infancia aunque la
magia y el entusiasmo que acompaña a estos momentos quizás sí, quizás de
adultos no disfrutamos con tanta intensidad. Mal hecho. No hay nada como encontrarse
un juego de esos de antes con los que jugábamos hasta hartarnos. A mí me pasó
recientemente con el emblemático e inencontrable Imperio Cobra de Cefa, con el que volví a subirme a bordo del ave fénix
y sobrevolar el palacio de cristal, el
templo de las mil puertas o el mar de niebla, e incluso, consultar el oráculo ¡Toda
una experiencia!
Sí, para los juegos no
hay edad. Os recomiendo una película argentina, "Rompecabezas", donde una mujer (la actriz María
Onetto) reencuentra su lugar
en el mundo gracias a los puzzles. Casualmente descubre que posee un gran talento para
su resolución y entonces comienza a competir por equipos y eso cambia la
perspectiva de su vida. La película toca de manera delicada una revolución en la
mente de una mujer de mediana edad que parece ser invisible para todos los que
la rodean.
Sea con el Minecraft o con el antiguo Tablut, lo bonito de jugar es que
nuestra mente se concentra durante un buen rato en una estrategia o guión imaginario
de tal manera que, si los científicos nos pusieran electrodos mientras lo
hacemos, descubrirían que estamos sumergidos en estados de flujo, de atención
plena o meditación, como quieran llamarlo, vamos, que es muy bueno para nuestro
equilibrio mental. Y es que el juego y lo que sentimos, lo que compartimos, es
una terapia, es el modo más natural de aprendizaje, de hecho todos los animales
aprenden las competencias más importantes para su vida jugando. Los juegos remueven
nuestro interior de tal manera que impulsan cambios extraordinarios. Por eso existen montones de dinámicas de grupo que se alimentan de ello y así conseguir reflexiones en los participantes a través de las vivencias y emociones
movilizadas con el juego en cuestión.
¿A alguien se le ha
olvidado lo que era jugar y sentir todo eso? Si es así no os preocupéis... ¡No
es demasiado tarde!
Os pongo unos enlaces
interesantes:
Taller Artesano Arcana
de Juegos históricos
Clubs de Juegos de
Mesa:
Película "Rompecabezas".
Dirección y guion: Natalia Smirnoff. Países: Argentina
y Francia.
Año: 2009.
TRAILER
PLANETA VEGETTA:
¡¡¡ Hey, muy buenas a todos, guaaapísimos !!!