jueves, 5 de junio de 2014

Collar de Moscas




Mis hijos son pequeños, pero comienzan a tener una idea de lo que es la Historia, de que hace muchos años la gente vivía de otra manera, haciendo cosas muy diferentes, a veces raras. Creo que casi todos los niños descubren la Historia de la mano de los egipcios, con sus momias, pirámides, su forma vestir y su enigmática escritura… Pero a los míos, lo que más les llamó la atención es la relación que los egipcios mantenían con los animales que, en su mayoría, eran adorados como dioses.

Monos, cocodrilos, gatos, serpientes, buitres, abejas, escarabajos… (sí, ya llegamos a los bichos) y moscas. Todo les valía. Pero ¿Por qué adoraban a los animales?, me preguntan con extrañeza en la mirada, ¿Qué tienen los animales mejor que nosotros para ser dioses? Y entonces pasamos de la lección de Historia a la de Ciencias Naturales, Religión, Psicología o todo junto y revuelto porque una pregunta lleva a otra.

Hace unos días cotilleando por Internet me topé con una noticia sorprendente:

“Las moscas piensan antes de actuar”





¡Venga ya!, me dije. Y es que a mí las moscas me dan asco, casi todos los bichos, vaya, pero las moscas tienen el plus de ser tontas. Las abejas son sabias, las avispas despiadadas, las hormigas trabajadoras, las arañas habilidosas… el mundo de los insectos es amplio y diverso pero las moscas…

Están, con perdón,  las de la mierda, las cojoneras, las tsé-tsé, el moscón pegajoso, vamos que son de lo más pesado que hay en el mundo de los insectos. ¡Pero si hasta la gente disfruta matándolas! e incluso hay un cuento clásico infantil en el que un sastrecillo muy valiente alardea de su hazaña de matar a siete de un golpe… nuestra cultura es así, qué le vamos a hacer. No se si un egipcio, pero un budista se echaría las manos a la cabeza.

Pero es que cuando entra una mosca en casa, acudimos prestos trapo de cocina en mano para espantarla y dirigirla a sustos hacia la ventana abierta de par en par, pero la muy tonta no la ve con los ojazos que tiene, sale, entra otra vez y sigue dando vueltas por toda la casa… es agotador para nosotros y supongo que para la mosca. Y ahora llega un grupo de científicos de la Universidad de Oxford y dice que las moscas piensan y toman decisiones e incluso “meditan” cuando se enfrentan a un problema. Bueno, la verdad es que eso es más de lo que hacen algunas personas que conozco, así que seguí leyendo la noticia con interés.

Muchos pensarán que dotar de inteligencia a una mosca es casi una herejía, que se han equivocado al interpretar los datos o se trata de un titular vistoso, que esta cualidad tan sublime de la que hacemos tanta gala solo la podemos compartir, un poquito, con algunos primates. Pero la Ciencia nos sorprende cada día desmontando mitos. En palabras de Gero Miesenböck, el investigador: “Lo que nuestros resultados muestran es que las moscas de la fruta tienen una capacidad mental sorprendente que antes no había sido reconocida”. Todo, como siempre, es culpa de un gen. “¿Qué una mosca comparte el mismo gen que yo?”,  dirá alguno con el orgullo herido. Pues sí.

Solo los sabios egipcios podían ver, allí donde hay defectos, una virtud. Ser pesado, insistir una y otra vez y molestar es una ventaja. De hecho creo que las moscas llevan en este mundo mucho más tiempo que nosotros equipados con tanto intelecto. Los egipcios lo sabían, por eso la incluyeron dentro de sus animales valorados, tanto que la máxima condecoración a la que un militar egipcio podía aspirar era al collar de moscas de oro, por comportarse como ellas con sus enemigos y hostigarlos una y otra vez hasta decir basta, vaya.

Las moscas no son conscientes de sus decisiones, pero nosotros tampoco, lo siento, pero la Neurociencia lo ha demostrado hace tiempo. No hablo de decisiones triviales como qué me pongo hoy o qué cocino, sino si me caso o no, con quién, dónde quiero trabajar, etc. Hay personas a las que casi les repele ser comparadas genéticamente con un animal, se sienten superiores por tener mayor inteligencia o ser seres espirituales, pero no somos ni superiores ni inferiores en nada, cada cual posee unas cualidades que le ayudan a sobrevivir. Supongo que las moscas podrían pensar que somos unos ineptos por no poder volar haciendo sus piruetas o ver el mundo como ellas y nos compadezcan y pregunten que para qué estaremos en el mundo sino para molestar y hostigarlas, a ellas y a todo bicho viviente.

Incluso nuestro cerebro, el órgano del que presumimos orgullosos, es una auténtica chapuza, lleno de parches evolutivos que nos permiten ir tirando, pero lejos de ser eficaz como creemos, más bien nos lleva a cometer innumerables sesgos cognitivos y que cuenta con una memoria limitada y caótica que se inventa así misma… vamos, que deberíamos bajar de nuestro pedestal y tener un poquito de humildad. Lleva tiempo, lo se, nos creemos maravillosos, el culmen de la creación, los elegidos para entender realidades trascendentales, pero os pediré una cosa. No os hagáis budistas si no queréis, ni os enamoréis de las moscas, tan solo, antes de matar a una que ande despistada, recapacitad porque quizás está pensando, tomando alguna decisión de por dónde salir y seguir con su vida en un lugar más tranquilo.




Os recomiendo unos fantásticos enlaces:









martes, 20 de mayo de 2014

Necesitamos tener sus cuerpos


El pasado mes de abril contemplé con asombro en el telediario la noticia de que, en un antiguo convento de Madrid, se buscaban los restos de Miguel de Cervantes. Ah, ¿pero es que no hay una tumba conocida? Pues no tenía ni idea.  Al gran Cervantes, autor de El Quijote y de otras obras increíbles, no lo tenemos enterrado como el personaje ilustre que fue. Para lograr encontrarlo utilizaban un georadar, un aparato sofisticado que, a modo de aspirador-escoba, rastrea si necesidad de perforar toda la iglesia en busca de sus huesos. He dicho sofisticado, es decir, muy caro.


La periodista, con cierta ironía, dijo algo así “Nos dejó lo mejor que tenía, pero nos empeñamos en recuperar su cuerpo”. Pues es verdad. Nos gastamos en época de crisis un dineral en algo que, bueno, de qué sirve ¿para poner una losa con una cruz e ir de peregrinaje? ¿o para anotarse un tanto los descubridores? Lo mejor que nos dejó Cervantes, su obra, sigue con nosotros aún muy viva. No vamos a estar más cerca de él teniendo bien visibles sus restos… ¿o sí? La verdad es que todo es más complejo de lo que parece.

Pensemos en los fallecidos en circunstancias trágicas que tardan mucho en recuperarse o bien es imposible hacerlo. Todos entendemos el consuelo que supone hallarlos, aunque pasen muchos años y se encuentre lo que se encuentre. Darles una digna sepultura, hacer un funeral y por fin descansar todos. Se cierra un doloroso duelo. Sus cuerpos son importantes, al menos en nuestra cultura. Por eso nos desvivimos por recuperarlos o, en algunos casos perderlos, como por ejemplo los de Bin Laden o Hitler. Vale, con los fallecidos recientes está claro y si no que se lo digan a los familiares de los militares fallecidos en Turkía en el YAK-42 o a los padres de Marta del Castillo. Hay que darlo todo por tener sus cuerpos. Pero en esta entrada quiero hablar de otros, los lejanos.

Hace algunos años me quedé extasiada contemplando la momia de Ramses II en el Museo Egipcio de El Cairo. No podía creerme que aquel que tenía ante mí fue el hombre que milenios atrás hizo lo que hizo. Contemporáneo de Moisés, Agamenón, Menéalo y Odiseo (de cuando la guerra de Troya), ahí es nada. Me paré a contemplarle bien de cerca durante un rato. Estaba alucinada del estado de conservación. Aún sus restos transmitían el porte, la fuerza y el carácter de alguien fuera de lo común. Fue como tender una mano al pasado y conectar con él, con la persona que fue, con una época, conectar con algo tangible y no solo escrito en los libros o en las piedras. Y es que ¡era él!


A mí me gustan los muertos. Entendedme, quiero decir que me imponen un gran respeto por lo que fueron en vida, por el ser que contuvieron. Ir a la tumba de alguien y contemplar su lápida me reconforta con el ser que fue y el recuerdo que tengo de él, me hace sentir más unida a esa persona, me emociona e incluso hablo mentalmente como si pudiera oírme y contestarme a todo lo que me gustaría saber de lo qué pasó, de lo que sintió, de… muchas cosas. Quizás por eso necesitamos tener sus cuerpos cerca.

En España existen muchos restos perdidos de personajes ilustres. Puede que esto sea reflejo de dejadez, indiferencia o debilidad cultural de nuestra sociedad ante personas que nos dieron tanto. Puede que un signo de respeto por nuestros grandes hombres y mujeres de ciencia,  artes, mística y poder sea encontrar sus cuerpos y honrarles por lo que hicieron como debe ser. ¿Dónde están Velázquez, Quevedo, Cristóbal Colón…? Nos consolaremos con los que tenemos. Aún nos quedan restos del Cid, que viajaron más que él en vida, incluso existe la tumba de Bavieca, su caballo, que se la ganó. También los creyentes afirman que tenemos los de Santiago Apóstol, algo es algo.

Confieso que me encantaría visitar la tumba de personajes de los que solo existe el eco de sus hazañas o de su obra, sé que no es tan importante, que lo mejor de ellos es su legado, pero soy humana y saber que siguen ahí, aunque sea la falange de un dedo, me emociona.

Hay personas para las cuales el vínculo sigue existiendo, y debería ser un vínculo colectivo, de toda la humanidad, por eso se empeñan en encontrar sus cuerpos. Se sigue buscando la tumba de Alejandro Magno y la de Jesús de Nazaret, que parece haber sido hallada hace años, aunque los intereses religiosos y arqueológicos siempre harán dudar de ello. Necesitamos tener sus cuerpos para conectar con su existencia en este mundo, que no son un cuento, una mentira y que siguen con nosotros.


Acerquémonos a ellos, leyendo o contemplando sus obras, yendo a los lugares donde vivieron, caminaron y crecieron, visitando sus restos… da igual dónde o cómo. Lo que importa es lo que aún nos hacen sentir pase el tiempo que pase.


Os recomiendo algunos enlaces:


lunes, 5 de mayo de 2014

Háblame de los colores del mundo




Hace ya unos cuantos años paseaba por la ruta de los dinosaurios de Soria para ver sus huellas, que allí son muy numerosas, y pasé por un pequeño pueblo llamado Bretún que, haciendo gala de su extinguida fauna, exhibía orgulloso enormes figuras de dinosaurios.
Pero el verdadero descubrimiento no fueron las huellas de aquellos seres de un pasado remoto sino una habitante del presente que nos salió al paso a medio desayunar, con mandil aún puesto y vara de las que se usan para llevar al ganado. Cada turista que pasaba por delante de su puerta era abordado con pasión por Sara, dispuesta a enseñarle las marcas dejadas en la roca del corral de atrás con un desparpajo que dejaba boquiabierto a cualquiera y utilizando términos científicos sin ningún complejo, vaya.

La vara resultó ser la herramienta con la que conducía a los turistas y señalaba las icnitas, coprolitos y demás rastros por los alrededores de su casa que estaba plantada, como todo el pueblo, sobre un extenso yacimiento. 

Sara era muy mayor y ahora no se cuántos años tendrá o si está aún entre nosotros, pero saboreó los placeres de la fama, fue a la televisión y sus videos están en YouTube. Y es que la gente iba a Bretún por el boca a boca, querían verla y escuchar sus lecciones magistrales sobre Paleontología porque, a pesar de su andar encorvado, Sara transmitía emoción, entusiasmo, buen humor y una gran, grandísima inteligencia.


La pregunta que me hice al abandonar Bretún fue: ¿Qué habría llegado a ser esta mujer si hubiera podido estudiar, si hubiera tenido oportunidades? Seguro que habría llegado a catedrática por lo menos… ¿Seguro?


Me he encontrado a gente en los sitios más escondidos, y no tan escondidos, realizando actividades, muy honrosas sí, pero que no estaban a su altura. Personas con una inteligencia superior que por circunstancias de la vida y por sus propias elecciones han permanecido en el anonimato pero que no pueden disimular la luz que llevan dentro.

Por decirlo de una manera burda, hay gente lista, hay gente inteligente, hay gente muy inteligente y hay gente superdotada. De ésta última voy a hablar.

Es el gran drama de este país. Siempre hay alguien que se nos cuela en la vida por tener un conocido con más o menos poder e influencia que nos quita el puesto que merecemos más que él, al que le dan mejor nota en el cole, al que le atienden antes y mejor en el médico, o que han cambiado un favor por otro… y no me digáis que no es así porque lo he sufrido en mis propias carnes y también muchos como yo, no es algo del pasado ni tampoco excepcional. La corrupción no es una cosa de políticos o empresarios, sino que está a todos los niveles, como si nuestra sociedad sufriera de una gran e irrevocable metástasis. 

Pues imaginaos el potencial que se pierde en estos caso si se trata de personas con altas capacidades. Algunas consiguen sus objetivos y se sienten realizadas, pero otras muchas pasan sin pena ni gloria por la vida sin poder realizarse y, lo que es peor, la sociedad no se puede beneficiar de su don. Así que se sienten totalmente fuera de lugar.

Sí, esto no es nada nuevo, ya lo se. Pero hace unos días entré en una librería y me llamó la atención un título “¿Demasiado inteligente para ser feliz?”, de Jeanne Siaud-Facchin, editorial Paidós, que habla de las grandes dificultades que tienen los adultos superdotados en la vida cotidiana. 

Superdotados sin ser detectados ni por su entorno ni por ellos mismos, aunque sí saben que son diferentes, que no encajan, que los demás no les entienden en su pensamiento… y no es que sean mucho más inteligentes que la gran mayoría, es que ven el mundo de otra manera, interpretan, evalúan, hacen conjeturas a una velocidad y con una complejidad muy elevada para el común de los mortales. Es como si todos viéramos en blanco y negro y existiera gente muy buena en discriminar los matices de gris. Pero el superdotado no solo ve el blanco, el negro y los matices de gris, sino que ve montones de colores. Nadie va a entender de lo que habla y por eso muchos fingen para sentirse menos raros, pasando así desapercibidos.



Tengo la suerte de haber conocido a alguno y de haber conocido también las vicisitudes de su vida por colársele alguien por delante que no veía más que en blanco y negro pero era hijo, conocido de… o hizo un intercambio de favores. Con los años muchos acaban desarrollando una actividad que les permite ganarse la vida y además son felices, otros viven frustrados, aburridos y agachan la cabeza. Más que un don a veces la sobredotación intelectual es vivida como una maldición. El miedo, la culpa, el sentimiento de imperfección, la inseguridad, la depresión, una gran hipersensibilidad emocional, sentirse solo… son características de estas personas que pasan del 130 de C.I.

Escuchémoslos, aprendamos de ellos en cuanto nos sintamos cerca de alguno, porque tienen mucho que darnos. Quizás vivan camuflados de albañiles, de cajeras, mecánicos, pastores o amas de casa. También los hay desempeñando profesiones donde deberían abundar más por su complejidad. Haciendo un símil televisivo serían el House de los médicos o el Grissom de la policía científica, gente un poco fuera de lo normal tanto en su personalidad como en sus capacidades. Si nuestras instituciones no los detectan, nuestros políticos los ignoran y siguen a lo suyo… ¡Cuánto estamos perdiendo!

Mensajeros de una realidad que no vemos pero a la que ellos pueden acceder os animo a descubrirlos y a que les azucéis, tengan la edad que tengan, sean de donde sean, para que desarrollen todo su potencial porque el mundo los necesita y quizás podamos aprender de ellos a ver el cielo de color azul y no gris.



Os dejo algunos enlaces sobre Sara por si tenéis curiosidad. Desconozco si era o no superdotada de manera oficial, pero lo que sí se es que es un ejemplo para todos.

También os recomiendo el libro, sobre todo si trabajáis en recursos humanos, educación o si sospecháis que sois uno de ellos, un superdotado, y nadie os lo ha dicho y os sentís avergonzados solo de pensarlo. Si es esto último quizás deberíais “salir del armario” y os animo a que sigáis los consejos de la autora.









             

  • Temporada 6 de "HOUSE" Capítulo 8 . "IGNORANCE IS BLISS" Os recomiendo este episodio donde un superdotado decide "hacerse tonto" combinando fármacos con alcohol por no poder soportar la presión afectiva que en su vida cotidiana supone ser un genio. Caso que puede ejemplificar a muchos anónimos en cuanto a la angustia y soledad que pueden pasar estas personas. 


domingo, 20 de abril de 2014

Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad



Pues sí, cuando Máximo Décimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, convertido a gladiador a la fuerza, suelta esta frase al inicio de la película Gladiator, nos sobrecoge y motiva igual que a sus hombres antes de entrar en batalla. Las batallas son importantes en tiempos de guerra, pero hay muchas otras que se hacen en silencio, con humildad y tesón, las batallas de las ideas y esas sí que tienen un eco largo y profundo, con perdón de cualquier general romano, chino o de donde sea.

No es una persona totalmente anónima la que presento hoy en esta entrada del blog, pero lo es para una gran mayoría. Sus hazañas sólo las conocen algunos y su nombre se va borrando de la memoria colectiva, aunque se lee en los letreros de alguna calle, plaza o colegio.
¿De quién hablo?. De Concepción Arenal. Vaya rollo, no?. Pues no, no os engañéis. Uno se puede disfrazar de muchas cosas según qué batalla. De general romano queda genial, impresiona, es chulo, sí. También uno se puede disfrazar de hombre para ir a la universidad como hacía nuestra amiga o también con un traje más negro que un tizón del cuello hasta los tobillos, pero el disfraz que le tocaba llevar a Concepción no podía aprisionar la luz cegadora que llevaba dentro, una auténtica luchadora dispuesta a darlo todo por sí misma, por su condición, pero sobre todo, por otros. Esa es Concepción Arenal.



Vivimos en un tiempo en el que hemos logrado muchas cosas, sí, pero que queda mucho a pesar de situarnos en la zona del bienestar del mundo. Una muestra de ello para mí es la celebración, casi a diario, del “Día Mundial del Orgullo Gay, del Autismo, del Cáncer de Mama, del Obrero, de la Explotación Infantil, de las Enfermedades Raras, del Medio Ambiente…”. La celebración de estos días llama la atención en problemas reconocidos y aceptados pero aún no resueltos. Pues uno de esos días reivindicativos, de algo que por lógica y ley deberíamos haber erradicado del calendario por su no necesidad de existir, el Día de la Mujer Trabajadora (o sea, el día de la  Mujer) me topé con la historia de esta valiente en una película de RTVE, realizada para tal fin, protagonizada por la magnífica actriz Blanca Portillo. La película trata de uno de los episodios de la vida de Concepción Arenal, cuando era visitadora de cárceles.



Pues sí, lo reconozco con vergüenza, para mí Concepción Arenal era una calle. Ésta:



Concepción. No la pudieron poner mejor nombre. Concebir es procrear, generar, crear, producir… eso hizo esta mujer no solo teniendo hijos como era su obligación en la época que la tocó vivir, sino escribiendo, innovando, planteando retos y ayudando a transformar una sociedad ya caduca en otra más equitativa y humana pero no tonta. Escribió sobre el trato a los presos en las cárceles, sobre la beneficencia y los derechos de las mujeres, todo embutida en ese traje negro por el que rezumaba bondad, sabiduría y, sobre todo,  mucho valor, tanto como el de un general romano antes de entrar en batalla contra alguien que no sabe que debe ser conquistado.




Me gustaría haber conocido a esta mujer, haber tomado un largo café con ella, escuchándola. Pero casi mejor renuncio al café a cambio de tenerla de Presidenta, Alcaldesa, Directora de empresa, Directora del colegio de mis hijos o de lo que sea… necesitamos reivindicar su mensaje para que siga rebotando su eco hasta la eternidad.

Existen muchas webs sobre su vida y obra, a continuación os pongo algunas, pero creo que lo mejor es leer sus palabras:

  • “Todas las cosas son imposibles, mientras lo parecen”
  •  “Cuántos siglos necesita la razón para llegar a la justicia que el corazón comprende instantáneamente”
  • “Las malas leyes hallarán siempre, y contribuirán a formar, hombres peores que ellas, encargados de ejecutarlas”
  • “El hombre que se levanta es aún más grande que el que no ha caído”
  • “Odia el delito y compadece al delincuente”
  • “Abrid escuelas y se cerrarán cárceles”
  • “Cuanto más se dividen los obstáculos son más fáciles de vencer”
  • “La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”
  • “Las cadenas se rompen con ideas y no a bayonetazos”
  • “Lo más fácil de todo es hacer el mal; tan fácil que se hace solo”
  • “El llanto es a veces el modo de expresar las cosas que no pueden decirse con palabras.”
  • “La sociedad paga bien caro el abandono en que deja a sus hijos, como todos los padres que no educan a los suyos”
  • “Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie”
  • “Las virtudes son hermanas que se abrazan estrechamente; cuando una cae, todas vacilan; cuando una se levanta, todas cobran ánimo”
  • “El dolor, cuando no se convierte en verdugo, es un gran maestro”




Descubridla, por favor. Descubrid sus palabras y llevarlas a vuestro entorno, haced que su eco siga sonando.









jueves, 3 de abril de 2014

Redescubriendo el Museo Arqueológico Nacional


Por fin, después de unos cuantos añitos de obras, se reabre el MAN. Mi primer pensamiento se dirigió a otro lugar reformado, el Alcázar de Toledo. El temor se apoderó de mí ¿Harían lo mismo? ¿Arrebatarían el alma al museo haciéndolo extremadamente aséptico y monótono?
Digo todo esto porque hace un par de años fui a enseñar la maravillosa Toledo a un familiar del extranjero. Después de patear todo el día dejé el Alcázar como colofón final. Testigo de muchas cosas pero sobre todo por unos de los episodios más conocidos de la Guerra Civil. Ambos teníamos interés porque nuestro abuelo había formado parte de esta guerra de manera muy activa (no diré el bando pero puede que no sea el que imagináis)

Bueno, la visita fue un chasco. Habían reformado todo tanto que lo habían dejado el monumento irreconocible. Vamos que ni me enteré de cuándo realmente había entrado en el Alcázar de verdad. Le habían arrebatado el alma, da igual qué tipo de alma y de qué bando, era como era y uno revivía la historia al visitarlo y acercarnos a lo que sucedió, a la gente que pereció allí y en toda la guerra, fueran de donde fueran. Pues todo esto me temía yo, que en un arrebato de no dejar piedra sobre piedra por un afán de modernidad o por un pasado más o menos incómodo, se hubieran cargado el MAN para dejarlo “más bonito” pero sin alma.


No sé quién ha sido el artífice, diseñador, director o personas en general que han hecho esta reforma pero ¡GRACIAS!

Casi me da el Síndrome de Stendhal contemplando sala tras sala, cada una con su reclamo proclamado bien alto, como con vida propia. Con exquisitez, respetando la personalidad de las piezas y del edificio han logrado conseguir una maravilla de museo. Oscuros pasillos nos sumergen, como en un misterioso túnel del tiempo, en el pasado rico y diverso de esta tierra bendecida por todas las culturas imaginables. Gentes atrapadas en su tiempo trascienden ahora a través de sus objetos cotidianos o sagrados y se nos muestran.

No quiero contar mucho, ni entrar en detalles para no adelantar sorpresas, pero no me resisto a soplaros alguna. Por ejemplo, las reproducciones para que invidentes y no invidentes se harten de tocar y sentir el objeto que tras una vitrina resulta imposible, la evocadora iluminación de las piezas, los gráficos y los grandes paneles ilustrativos… es impresionante el trabajo que han hecho. Han conseguido un museo más vivo. Supongo que habrá alguien que diga que no es para tanto, que hay cosas mejorables, yo no entiendo de museística, pero a mí me ha encantado descubrir de nuevo este museo y no me ha decepcionado nada. 


Lo mejor, para mí, las damas ibéricas ¡claro!, lo más genuino y lo más desconocido. Todas bellísimas, imponiendo su majestad, su inagotable magnetismo y poder, su espiritualidad. Aún existe alma en todas ellas, nadie se la ha arrebatado, al revés, la han potenciado aún más.


Me esperan muchas visitas a este museo, con parientes lejanos y cercanos, también en soledad. Al Alcázar no volveré, para mí es ahora un lugar incómodo. Pero os recomiendo que vayáis a los dos sitios y juzguéis por vosotros mismos, no fijándoos en lo bonito o nuevo, sino en la atmósfera que se respira, en lo no perceptible de manera obvia. Sentid al edificio y escuchad la historia que contiene.

¡Feliz visita!

La pega: Museo "no apto" para niños, el acoso y seguimiento es agobiante, incluso para niños que se portan bien, así que llevadlos mayorcitos, en visitas escolares o atados y amordazados. No han pensado mucho en ellos, los depositarios de la cultura y la historia, a la hora de diseñar el museo, poner plataformas, etc. No puede ser perfecto. Lástima.









miércoles, 26 de marzo de 2014

Semillas egipcias

Los antiguos y sabios egipcios  se hacían enterrar con semillas como parte de su ajuar para la otra vida, la verdadera. Entre ellas, las de loto y las de la palmera datilera, ésta última símbolo de la inmortalidad, han logrado germinar después de muchísimos años. Como semillas guardadas en una tumba llena de tesoros, hallé (o me hallaron) a un grupo de compañeras de colegio, de cuando la E.G.B., de cuando íbamos con rebeldes faldas escocesas, el mundo era grande y toda la vida estaba por venir. 




Confieso que cuando me localizaron no tenía muchas ganas de reencontrarme con gente de la que poco me acordaba ya, con vidas tan dispares, ¿para qué?. Sería como en las pelis americanas donde todos presumen de vidas exitosas y estupendas o disimulan sus verdaderas miserias con trabajos, maridos e hijos maravillosos. Pero al final me decidí. ¿Por qué no? Si no me gusta no vuelvo y punto.

¿Cómo resumir treinta años a trompicones en unas cuantas frases, con el fútbol de fondo, pidiendo la llave para ir al baño, mientras el camarero nos hace una foto para enviar a las ausentes de esa noche?. Muy fácil, fue muy fácil desnudar el alma con gente que ya te conoce porque sabe la niña que fuiste, sabe de ti y de tu verdadera esencia, a la que ayudan a desenterrar como a las antiguas semillas egipcias. Diferentes circustancias, mejores o peores elecciones, sin ánimo de juzgar porque todo se comprende. Todo se retoma donde se dejó hace tanto tiempo.

Algunas dicen haber hallado su camino de baldosas amarillas, otras confiesan no haberlo encontrado, que el sendero escogido no fue lo esperado pero que aún persisten en, aunque sea con la mochila cargada de piedras, toparse con él.

Y desde entonces de la mano, día a día, saludos, bromas y risas, muchas risas ¡Námaste!




Y las semillas van germinando, poco a poco, una tras otra, y juntas vamos haciendo un bosque, un bosque que arropa en invierno y da sombra en el tórrido verano, un bosque donde desorientar a nuestros monstruos y recordar sueños que aún están por llegar.

Y claro, recordando a profes, con nostalgia a algunos, otros… bueno digamos que hicieron lo que pudieron. Reviviendo recreos, cumpleaños ya olvidados, volviendo a crecer juntas con lo que fuimos y mostrando lo que podemos ser capaces de hacer a partir de ahora. Resucitar, como querían hacer los antiguos egipcios con sus semillas y consigo mismos. 
¡Menudo descubrimiento!




Ellas mismas se definen:

  • “Las nuestras son conversaciones sin sentido, que enlazan unas cosas con otras sin saber su relación”
  • “Somos extrañas pero no, es como si todo volviera a seguir donde lo dejamos”
  •  “El grupo ha surgido por algo.  Para ayudamos unas a otras”
  • “Al final todas estamos con problemas similares, maravillosos hijos adolescentes y maridos que no escuchan”
  • “¿Sigue Asunción en el cole?¡Joooooolín!
  • “Menos mal que hicieron algo bueno al juntarnos. Lo mejor”
  • “Buenos días amigas!!!!!”


¡¡¡ Gracias a todas !!!



viernes, 21 de marzo de 2014

Las enseñanzas de Ferdinando el toro

Otra vez, sí, haciendo zapping. Película: Un Sueño Posible (The Blind Side) donde Sandra Bullock ganó, incomprensiblemente para mí,  un Óscar por su interpretación en el papel de pija republicana con un corazón que no le cabe en el pecho. Para el que no haya visto la peli, bueno, es para ver en familia un domingo por la tarde. Un muchacho negro con un pasado difícil, que no aventura un futuro mejor, cae en manos de una familia rica donde todos son muy buenos. No, no es un dramón donde él luego se los carga a todos o algo así, sino más bien una historia de superación a lo yanki, basada en una historia real, la del jugador de fútbol americano Michael Ohre, un pedazo de pan.



Pero a mí la peli en cuestión no me interesó más que porque que sacan a relucir en varias ocasiones un cuento, Ferdinando, el toroSí, soy una ignorante total, por eso lo del Diario de Descubrimientos. ¿Cómo no conocía un cuento de toros ubicado en España y adaptado por Walt Disney en un maravilloso corto?

Ferdinando es un toro que crece tan feliz en el campo oliendo las flores, no es nada agresivo, solo quiere disfrutar de lo que le rodea y nada más. Un día le llevan a una plaza de toros porque es un toro imponente, pero Ferdinando solo se interesa por un ramo de flores que una bella dama arroja al desesperado torero que no logra hacer nada con él.

Este cuento escrito por Munro Leaf en 1936 es un canto a la naturaleza, a la no violencia, al placer por las cosas pequeñas y a la alegría de vivir en paz. Muy recomendable para niños y también mayores porque la reflexión está asegurada. Ya habréis adivinado por qué estuvo prohibido en España por aquellos años.


Me pregunto cuántos Ferdinandos hay por ahí evitando conflictos y queriendo disfrutar de una vida sencilla. También me pregunto en qué momento estos Ferdinandos pierden la paciencia y embisten a todo lo que tienen por delante. Cada uno tenemos nuestros límites y el instinto de autodefensa es tan natural como el de gozar en paz de todo lo que nos rodea. Si la frustración del torero terminara por manifestarse en atacar al pobre Ferdinando, que conoce la agresión pero que no va con él, como Michael Ohre en la película, qué pasaría. Supongo que con los banderilleros y el matador acosándolo reaccionaría desorientado sin saber qué está pasando, como todos los toros, hasta que el dolor y el miedo sacara su furia, justo lo que el espectáculo requiere.

Sin duda, si todos los toros fueran como Ferdinando las corridas serían aburridísimas para los amantes del arte del toreo. Quizás este cuento tampoco haya sido muy popular en este país donde muchas personas son fervientes seguidoras de esta costumbre a la que llaman cultura. Perdón, no quiero ofender pero se podrían hacer corridas donde todos disfrutaran, toros, toreros y espectadores, sin sangre ni animales agonizantes. Es cuestión de echarle creatividad, de hecho los muchachos que se enfrentan a los toros con volteretas y giros increíbles con las manos desnudas me parece más loable y valeroso.

Dos no pelean si uno no quiere” o “no reaccionar ante la provocación”, son máximas de los líderes de la no violencia, como Gandhi, al final víctimas por ser ellos mismos la provocación para otros. Todos llevamos un Ferdinando dentro, seguro, que quiere disfrutar en paz a pesar de que el mundo quiera que peleemos o nos fastidie constantemente.

Os recomiendo este cuento, de verdad, es precioso. Os dejo el enlace al corto de Disney por si no encontráis el cuento en librerías. Disfrutadlo.